Voy caminando en la luz de un
ruido blanco
que con pequeños sollozos me canta
su desgracia.
Un viajero está asustado
pide tener a Dios a su lado por su obsesión
quiere regodearse de nada
para pertenecer a la circunstancia
a la forma del misterio
de la sorpresa inquieta y fugaz
de parálisis de encuentros tristes
de alquimistas
que quieren darle el último hechizo
a la tumba que descubrirá el secreto
entre humos violetas
del que lentamente sonarán risas
de espirales de cansancio
de la hermosura de la desolación
de la prematura muerte de las sonrisas
ahogadas en los vasos de manos que desafían al mito del amor a
primera vista y que se convencen de
que es mejor pagarle con moneda de
dolar al tendero calavera/muerte puta
y coronar la celestialidad
con la genialidad de la última exhalación.
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