El domingo es como el amigo ausente con quien después de tanto tiempo de no verse, no sabes de qué hablar porque está de por medio un silencio insalvable. No vale la pena recapitular memorias pues resulta innecesario y forzado.
Domingo es un gran desierto, un bostezo descomunal y el pretexto preciso para un encierro pequeñito. Domingo es un fastidio insoportable, un tedio del carajo. Si domingo fuera una persona, probablemente sería un suicida muy quejumbroso.
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