viernes, 27 de mayo de 2016

Astronomía: El último rock n' roll

Las estrellas son otros cadáveres que miramos con atención. Al igual que los seres humanos, representan nuestra memoria, nuestra transformación hacia un estado de materia superior.
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Johnny "Boogie" LaMarr sostenía con su mano izquierda los borbotones de sangre que salían de su ombligo; al parecer, su rival, Dean Bogart, quien se arrastraba por el suelo apretando fuertemente su cuello debido al corte que Boogie logró hacerle cuando se distrajo al ver de reojo a su amada Leila, pudo abrirle el panal de abejas que zumbaban a través de su boca y que lo incomodaban sólo por el mero hecho de existir. Boogie se tambaleaba de lado a lado con cada paso sin fuerza que daba; trataba de dirigirse a su motocicleta, igual a la que utilizó Marlon Brando en "The Wild One", para sacar una pistola y así poder terminar con Dean. Leila se encontraba petrificada mirando a la luna con temor de ver hacia atrás, hacia los futuros cadáveres, y convertirse en estatua de sal, arrepentida.
Dean tenía su mirada fija en el gran charco de sangre que creaba en el suelo; hubiera querido gritar endemoniadamente, pero la herida se lo impedía, además, cada vez que abría su boca, chorreaba la sangre purpurina, color impuesto por el gran espejo celeste. La adrenalina ya empezaba a surtir efecto; sabía que, inevitablemente, moriría, pero no iría al infierno solo. Con su pañuelo negro apretó la herida en su cuello, agarró su navaja de bolsillo, media hundida en su propia sangre, y con lo último que le sobraba de vida, salió corriendo hacia Boogie gritando: "Now you're gonna dance with the devil!" (¡Ahora correrás con el diablo!) Boogie ya se encontraba en su motocicleta; miró por última vez a su viejo amigo y murmuró para si: "Just gimme some kind of sign, girl." (Dame alguna especie de señal, chica.), esperando a que, por alguna razón, Leila regresara a ver. Suspiró mientras sonreía y cerraba los ojos. Al abrirlos, como un lobo, Dean corría para rematar a su presa con una sola puñalada, el hambre con furia directa al corazón. Boogie sonreía por alguna razón muy oculta en su última respiración; la noche le parecía hermosa, el aire estaba lleno de ella y a Boogie no le importaba morir a través del último túnel, el del amor, el ciego esperanzador contínuo.
Su pistola ya estaba cargada; no se preocupó por las municiones, sabía que no le fallarían, además, sólo le bastaba un tiro a la cabeza para terminarlo rápido y poder irse con alguna satisfacción de este mundo. Vería el derrumbe, el colapso, ya no podía no ver a los dos fénix muriendo, matándose, renaciendo para ella. Leila, al darse media vuelta, vio la pintura más trágica posible, la explosión del corte, la punzada explosiva: la muerte de dos estrellas. Ahora sabía que la tragedia es universal, finita, en constante nacimiento. Morían Boogie y Dean haciendo su último rock n' roll.

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