“Depresión
en occidente, progreso decadente”
Cantando
– Violadores del Verso
Nos cagan, y la
prioridad es salvarlos; cuando la gente se jode, solo ofrecen miserias y, para
rematar, piden donaciones. Eso es maldad: la hipocresía de los bancos y los políticos. Para
sentirse bien con ellos mismos, para limpiar sus conciencias, para hacernos
olvidar de su obsceno enriquecimiento, transforman nuestra solidaridad en
caridad: ¿por qué tenemos que pagar la penitencia de unos pocos hijueputas? El
hambre, la salud, la educación, siempre pueden esperar: el sistema financiero,
no.
Urge repararlo, a
pesar de que la gente contribuye con impuestos que, por casualidad, son
malversados por personas que, destruyendo, creando "valores",
imponiendo una visión de éxito donde es mejor ser un completo mierda para
alcanzar cualquier objetivo -el fin justifica los medios- y así, replicar sus
enseñanzas de manera que el poder, (el estatal diría ahora un vergonzoso
ejemplo de egoísmo, debido a que se encuentra "por encima de todo")
puede recurrir de manera legítima al engaño y a la crueldad, sin máscaras que
disimulen ideales "bonitos".
Lo normal, esa
relación desigual que clasifica, ordena y controla el poder, se convierte en
espectáculo: si no se muestra, no existe. Por eso es mejor, durante este fin de
semana (25 y 26 de abril de 2020), el haber dejado de ofrecer cifras para,
aunque sea de esa manera, dejar de pensar en los muertos, en las deficiencias
de los líderes políticos: somos espectadores de nosotros mismos cada vez que
vemos la pantalla de la televisión, de la computadora, del celular. Consumimos
las “ilusiones” de gente que supuestamente quiso provocar una ruptura
democrática con su apatía, de aquellos cuya obra debe ser interpretada como ley
universal: teniendo el derecho a mentir, difícilmente podemos confiar en el
otro. ¿Por qué debo pensar que el Gobierno dice la verdad? Sus verdades
equivalen a negarlas.
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