Ya no sabe qué hacer. Con la "Cadena Nacional" de este día a las 21h30 lo demostró; intuye su fin y trata de "calmar" a la gente con su característica más importante: coaching barato. Está muy nervioso, casi como cuando anunció el paquetazo. Las manos le tiemblan porque, su supuesto "Gobierno de Todos" solo responde a los intereses de un grupo pequeñito, pero con muchísima relevancia económica, a quienes les perdonó una deuda chiquitita de 4000 millones de dólares para estar en paz, para dialogar, para barajar las mejores opciones de saneamiento económico dictados por quienes dicen que "dejen trabajar en paz".
Prefirió ir a Guayaquil, quizás porque su amiguito bigotudo le dijo: Ñaño, espera a que llegue desde Bogotá a ver qué hacemos. En Guayaquil la chusma no te va a perseguir. Por suerte los hemos guiado de manera eficiente para que el clasismo y la violencia reinen. Ya le dije a Cynthia que te cuide bien. Tú tranquilo.
No puede escapar como quisiera, y por eso, durante esta noche, su más grande pesadilla lo acompañará en el insomnio: su inminente claudicación. Los números no mienten. El empleo adecuado decrece, la pobreza aumenta y, a nivel urbano, se intensifica aún más. El pacto económico con el FMI y su acercamiento con EEUU se han convertido en lo que la historia juzgará como otro gobierno nefasto y neoliberal más en el país.
Se lleva las dos manos a la cabeza y cierra los ojos mientras se repite: Soy bueno. Otto, María Paula, Iván, mi esposa, mis INAs (hijas), mis ministros, la Asamblea, la Policía Nacional, los militares...ellos me lo repiten a cada rato: yo no soy el culpable. En la televisión y en los medios oficiales claramente se refleja: YO NO SOY EL CULPABLE.
Al abrir los ojos, espantado, sudando frío, susurra levemente una plegaria: Dios, permíteme correr, escapar, huir. Por favor, ayúdame. Ni el Estado de Excepción va a detener a la gente. Me van a botar...me van a botar.
Ni Fidel Egas ni Guillermo Lasso responden sus mensajes: sus amigos lo han abandonado. Se encuentra solo. Quisiera entrar en coma y despertar cuando todo esté solucionado. La cagó, y ya no hay vuelta atrás.
No puede escapar como quisiera, y por eso, durante esta noche, su más grande pesadilla lo acompañará en el insomnio: su inminente claudicación. Los números no mienten. El empleo adecuado decrece, la pobreza aumenta y, a nivel urbano, se intensifica aún más. El pacto económico con el FMI y su acercamiento con EEUU se han convertido en lo que la historia juzgará como otro gobierno nefasto y neoliberal más en el país.
Se lleva las dos manos a la cabeza y cierra los ojos mientras se repite: Soy bueno. Otto, María Paula, Iván, mi esposa, mis INAs (hijas), mis ministros, la Asamblea, la Policía Nacional, los militares...ellos me lo repiten a cada rato: yo no soy el culpable. En la televisión y en los medios oficiales claramente se refleja: YO NO SOY EL CULPABLE.
Al abrir los ojos, espantado, sudando frío, susurra levemente una plegaria: Dios, permíteme correr, escapar, huir. Por favor, ayúdame. Ni el Estado de Excepción va a detener a la gente. Me van a botar...me van a botar.
Ni Fidel Egas ni Guillermo Lasso responden sus mensajes: sus amigos lo han abandonado. Se encuentra solo. Quisiera entrar en coma y despertar cuando todo esté solucionado. La cagó, y ya no hay vuelta atrás.
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