sábado, 7 de julio de 2018

Facsoniano #6

Por su sangre corre la wanchaka como ríos trepidantes que hacen que la circulación, el ritmo, tomen velocidades exorbitantes traducidas en perreo y cumbia noctámbula. Se juntan en el patio olvidando cualquier tipo de responsabilidad, cualquier regreso seguro a casa, cualquier posible chuchaqui, cualquier Condorvall o luciérnaga que guíe su camino hacia un destino fijo, calles, moteles, casas, afters...son presos de lo denso, víctimas de su propio valeverguismo, maniquíes repetidos en serie con expresiones perdidas, solas y letales, propias de la ciudad/facultad del pecado en la que viven, línea equivocada de ida y vuelta al infierno, sólo otra noche más de danza y cuerpeo intenso al son de "si nos organizamos, cogemos todos". Sonríen (la biela se destapa), ríen (mezclan trago), se cabrean, "ya pues, chucha, saquémonos la puta, ¿o te ahuevas, careverga?", se mienten, "yo a vos te amo más que a nada", se dicen verdades, "ese profe es un hijueputa", se pelean, "suéltame, loco", se ensalzan en su frenesí frenético fumando fasos, beben vino de cartón multicolor, pinoklín, zapateros, puntas, variaditos ecuashyris, dejan ir sus angustias bailando pegadito, salseando, zapateando, rumbeando como los dioses en un bacanal universitario, casi mítico, profético, pues la voz de dios se traduce en nuevos fractales, repeticiones intensas cargadas de romanticismo juvenil, corazones de perro, destrozados cuando los facsonianos escuchan apagar el disco movil y regresan, sacudidos de golpe, a un patio lleno de gente extraña.

No hay comentarios:

Publicar un comentario