No ocultaba sus cicatrices, sus nueve y profundas
cicatrices; mirando al cielo buscando su astrología, su signo opuesto, el sol
de verano en su pulsera de acuario, celeste, su vida en los cielos, ¿qué
tormentas habrán pasado por tu casa mientras el sol fijaba su luz en tus
heridas? Nueve cicatrices en la muñeca del brazo izquierdo. Su antebrazo
derecho también tenía cicatrices, justo a medio cúbito, cinco para ser exactos,
pero estas se dibujaban sin tanta profundidad, aunque no por eso dejaban de
estar menos marcadas en la dermis, y denotaban menos fuerza, muestra de su
diestra manera para tratar morir y su siniestra forma de realizarlo. Los cortes
eran adornos, escarificaciones, arte, historia, proceso, objetivo, sin razón. Las
manos toscas, pequeñas, sí, las mismas que le dieron más rayas a la tigresa,
Elvira, Perséfone, reina de los inframundos, son las mismas que sostienen a una
niñita de diez años que duerme sobre su regazo. En el bus (bebí tu veneno y caí en la trampa), mira a la ventana (desde que lo tuyo no es más que una hazaña),
tratando de enfocar a la figura frente a ella (que para mi queda solo sufrimiento), y aunque es ella no se
reconoce (que voy a caer en lo profundo
del infierno). Y no me importa nada, (toma
de su bolso un espejo/cepillo, rímel, sombras y labial rojo) porque no quiero nada, (se mira al
espejo) yo sólo quiero sentir lo que pide
el corazón (y comienza a maquillarse).
Y no me importa nada, (algo de rímel en los ojos) porque no quiero nada (se detiene), y aprender como duele el alma con un adiós (y empieza a llorar). Es
agosto (porque tengo un corazón valiente)
y aunque acuario es opuesto a leo (voy a
quererte), a pesar de todo (voy
quererte) el sol aún le favorece (porque
tengo un corazón valiente…) Llanto y música en fade out mientras el bus se aleja por la Av. 6 de diciembre y Juan Molineros.
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