martes, 6 de junio de 2017

La economía del dealer de marihuana


Desde que tengo memoria, siempre he vivido en crisis. Es algo substancial de todo ser humano vivir en un estado permanente de insatisfacción el cual lo conduzca hacia su meta destinada, sea la que fuese; sin embargo, no existe crisis más aguda y que aumente más los deseos de inexistencia que las crisis económicas. Esto es algo de no extrañarse puesto que lo económico acarrea otros elementos importantes en la vida: estabilidad emocional –con algo de ‘platita’ en el bolsillo, se está más tranquilo˗; estabilidad existencial –se podrá estar ‘pateado’ sentimentalmente, pero con el estómago lleno (aunque no de mariposas)-; estabilidad psicológica –‘chiro’, pero sano-. Nuestra balanza personal se equilibra adecuadamente cuando el factor económico se encuentra, aunque no excelente, pero, por lo menos, regular.

Ahora, según estadísticas del INEC hasta marzo de 2016, la población en edad de trabajar es de 11,5 millones de personas, de las cuales 7,9 millones pertenecen a la población económicamente activa. 92,6% tiene empleo (incluye a asalariados e independientes o freelance), lo cual quiere decir que el 7,4% de las personas, a nivel urbano, no tienen empleo. Dentro de las personas con empleo, 48,6% de las personas gozan de un empleo adecuado o pleno (bacán si se desea utilizar otro sinónimo); 17,1% se encuentra en el subempleo (empleo de menor calidad sin beneficios de ley); 21,1% tienen un empleo no pleno (no bacán); y 5,2% tienen un empleo no remunerado (es decir, trabajas, pero como esclavo).

Actualmente la preocupación, dentro de la población económicamente activa, es no poder formar parte del casi 50% de personas con un empleo bacán, por lo que, por necesidad y algo más de ‘güita’, cruzan la línea del ‘empleo bacán’ al ‘no tan bacán’, es decir, al subempleo. Subempleo significa trabajar por tiempo no completo con una retribución (ganancia) por debajo del mínimo. Aunque sea el mínimo, como dice una vieja frase popular, “plata es plata”, y los jóvenes en la actualidad se han visto en la necesidad de formar parte de las filas del subempleo a través de la comercialización de productos. Usualmente esto se traduce en ventas de perfumes, cosméticos, ropa, sánduches o comida en general, pero, ¿qué ocurre cuando lo que se comercializa no es legal? ¿Qué pasa cuando la necesidad es más fuerte que la moral o la ética? ¿Vale la pena correr el riesgo de vender marihuana por algo de dinero extra? ¿Qué tan bueno es ser dealer?

No es algo nuevo saber que la universidad te abre las puertas a un mundo distinto, al verdadero mundo, el cual está colmado de ilegalidad, periferias y rarezas. Las drogas aún forman parte del estigma social de la ilegalidad y la moralidad; la marihuana en particular ha tenido un tratamiento distinto a otras drogas ‘fuertes’ debido a que ahora es parte de los diferentes debates sobre su uso, ya sea medicinal o recreacional. En la universidad, la marihuana es una de las drogas de preferencia entre los jóvenes además de la cocaína, anfetaminas y heroína según un informe de la Policía Nacional del Ecuador. Para poder obtener una quina -5 gramos- de marihuana, los consumidores saben que deben de acudir a un dealer, palabra en inglés para designar a un comerciante, repartidor, expendedor de drogas. En el caso particular de la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Central del Ecuador, los dealers son pocos, y son estudiantes.

Pregunté a tres estudiantes de la facultad, consumidores de marihuana, sus opiniones sobre el ser dealer y el subempleo en base a las siguientes preguntas:
1.      ¿Consideras el ser dealer como un empleo?
2.      ¿Piensas que es una manera adecuada para ganar dinero?
3.      ¿Conoces de amigos dealers y sus razones para serlo?
4.      ¿Conoces de dealers en la facultad?
5.      ¿Sabes cuánto gana un dealer al mes?
6.      ¿Han aumentado o disminuido el número de dealers desde que estás en la universidad?
7.      ¿Por qué crees que la marihuana es la droga de preferencia en la facultad en lugar de otras?
8.      ¿Qué cantidad de dinero destinas a la compra de marihuana?
9.      ¿Crees que perjudicas a la economía nacional a través del microtráfico?

Para proteger su identidad, se utilizarán otros nombres.

Gato, 20 años:
No considero ser dealer como un empleo, en lo personal. Es muy complicado en la situación actual en la que vivimos el vender o expender hierba o cualquier droga. La hierba es como el arroz: no debería faltar nunca. Así mismo como siembras dinero creyendo que se te retribuirá, es igual con la hierba: se regala, se provee y se recibe así mismo, entonces no le veo como una buena manera de lucrar. Tal vez en otra situación, en otro sistema o sociedad en el que fuera legal, y más bien puedas crear esto como un servicio para la gente que lo consume: hacer consciencia en el proceso. Conozco a amigos dealers, y las razones para serlo es porque se ve como un negocio, necesitan el dinero y, sinceramente, es una manera muy fácil para hacerlo. Sí, conozco dealers de mi facultad que ganan al mes, vendiendo todos los días de un mes, unos $500 más o menos. El número de dealers ha ido variando. Se mantiene entre dos o tres y así se van turnando. La droga de preferencia es el alcohol, pero, la marihuana te hace reproducir ideas, entablar comunicaciones y ver las mejores maneras de hacerlo: establecer vínculos se te facilita mucho al fumar weed. $5 a la semana, cada dos semanas, no compro más. No perjudico a la economía porque a la final, el país cuenta con ese dinero.

Flaca, 22 años:
Creo que ser dealer es considerado un empleo, no legalmente, pero cumple con todas las funciones de un trabajo: ofrece un servicio y cumple las expectativas de los consumidores. Trabajar de eso (dealer) es generar dinero. Ganas dinero como cualquier persona. Tengo conocimiento de varios amigos míos cercanos que han trabajado en eso. Las razones por lo que lo han hecho, primero, la necesidad; segundo, es un negocio de dinero rápido. Llegas a tener rangos altos, como de respeto, pero también hay gente que lo hace por temporadas o por pura vanidad. Las universidades privadas son los dealers de los dealers porque ellos tienen más capital y pueden sacar más provecho de eso. Depende de la clientela, también, para ganar, por lo mínimo, unos $500 mensuales. Una semana baja sería entre $80 y $100. En la facultad hay varios dealers, pero lo hacen por temporadas, pero sí creo que ha habido una disminución por los guardias, bueno, no disminuido pero sí tapiñado. Mensualmente estaría gastando unos $20 a $25 en hierba. Es imposible perjudicar la economía nacional porque es una red, puede ser la economía personal.

Negra, 22 años:
Pienso que sería un subempleo, así como un vendedor ambulante o un vendedor informal. No sabría definir entre hacer dinero de buena o mala manera. Bueno, se supone que de ‘mala manera’ sería robarle a la gente, pero un dealer no le está robando a la gente, le está vendiendo una mercancía, así como lo hace la tele, así como lo hacen los centros comerciales, entonces, expende un producto, no te está robando. Sí, sí he tenido amigos que han sido dealers y que son dealers, conozco dealers en la facultad. No sé cuanto gane el mes, pero yo cacho que de cada onza que compran, se pueden guardar una quina para ellos. Ya son cinco dólares en cada onza y a veces los dealers compran hasta por libras. Cada semana consumo una quina, al mes me parece serían $20.


En la actualidad existe una tolerancia cero con las drogas. La Ley Orgánica de Prevención Integral de Drogas, aprobada el jueves 1 de septiembre de 2015, establece que los traficantes de pequeñas dosis (mínima escala) reciban prisión preventiva y penas de entre uno a tres años de cárcel, esto quiere decir que por tener hasta un simple cogollo de marihuana, ya se puede ser un presunto microtraficante. Los casi $500 que puede reportar un dealer de marihuana al mes podrían ser de gran ayuda, aunque no representan una ganancia si se lo compara con la libertad de vivir en paz. El riesgo es muy grande para tan poca ganancia, ¿quizás? El narcotraficante o las personas que existen alrededor de la cultura de las drogas son seres trágicos. Desde un poeta yonki hasta un profesor de química son figuras que alimentan la historia de poder sobre las drogas, la cual está construida a base de dinero, juerga y peligro. No es de extrañarse que un joven universitario (por lo general los dealers son hombres) con problemas de dinero opte por la “salida fácil” y empiece en el microtráfico. Tampoco debería extrañarnos que, inmerso en un mundo de dinero rápido, este joven continúe en ese “empleo”. La pregunta de raíz no es el porqué se inicia en el microtráfico sino cómo. ¿Cuáles fueron los factores determinantes para que un joven universitario prefiera dinero rápido antes que disponibilidad de trabajo con horas remuneradas y con los beneficios de ley? ¿Existe la oportunidad, una vez graduados, de obtener una plaza laboral acorde a nuestras habilidades? Y de ser así, ¿nos pagarían lo justo? Conozco a cuatro personas en la facultad que han sido dealers en alguna ocasión, y siempre les pregunté lo mismo: ¿qué tan bueno es ser dealer? La respuesta más interesante me la dio Luffy: “Conoces a full más gente. En cana ya te llevas bien con todos, pero cuando sales, ya estás fichado para siempre”.

1 comentario:

  1. Excelente publicación! PULGARES ARRIBA SIEMPRE PARA TUS POSTS!

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