domingo, 5 de febrero de 2017

Todo comenzó con sapitos

El día era cálido. Dentro del depósito, lugar designado para el entretenimiento universitario, de cualquier clase, el ambiente era un tanto denso y húmedo debido al interminable número etéreo de respiraciones que poblaban el cuarto, algo así como almas sueltas en exhalaciones de marihuana que, además de perfumar el aire que respirábamos de resina vieja, continuaban presentes en cada respiración, en cada bocado de aire que dábamos antes de inhalar otro hit más.
La hierba ya estaba colocada en una mesa. Grinder, “cueros” y “filtros” estaban a disposición de convertirse en un porro, esta vez, diseñado para evolucionar en un “dedo de gorila”. Mientras se rolaba el porro, juntando la hierba en forma compacta con la ayuda de sus dedos, lamiendo el pegamento del filo del “cuero” para unir el papel, con la paciencia que tiene el artesano al momento de convertir el material bruto en un apéndice más de su existencia, el Gato, sonriendo y un tanto asombrado me preguntó: ¿Nunca te he contado cuando fui dealer en el colegio?

TODO POR LA PLATA
“Yo vendía sapitos en mi colegio, porque no tenía plata, pues. Son los chocolates más ricos del mundo, y producto nacional. Así les vendía. 3 por 50 en el colegio. Por eso conocía a todo el mundo. Me hice full fiestero en esa época del colegio. No me daban plata en la casa, y como que ya me empezó a faltar. Empiezas a salir con los panas y a los 14 años me hice full panas del sur, entre ellos un man que siempre andaba con plata. Me hice full pana del man. Me contó que ha sido dealer y que por eso tenía tanta plata. Entonces, yo también quería plata, no me alcanzaba con los sapitos.”

El “dedo de gorila” ya estaba listo. El Gato encendió el porro.

MANTA, VENEZUELA
“Yo ya era full independiente desde chamo. Necesitaba plata para los buses y para ir al colegio. Se necesita pues, loco, cuando eres estudiante y toda la nota. Rara vez se asomaba mi viejo; él se fue de viaje y empeoró la situación. A Venezuela se fue. A mí me encamó que se fue a Manta, ¿cachas? Él todavía vivía en la casa en ese entonces, de ahí me dijo: Me voy a Manta a hacer unos trabajos. ¡Pas! Me entero de que se había ido a Venezuela. Allá vive mi medio hermano por parte de mi papi. Ahí tenía ya unos 15 años. El man se fue y como que mi familia se quedó a la deriva. Mi mamá se puso a trabajar, mi hermana tuvo hijos y, ya pues, el principal problema era acolitarle a mi hermana.”

Dato le da una larga pitada al porro y me lo cruza. Fumo, y sigo escuchando entre pitadas y cruces.

QUIEN QUIERE A SU MADRE NO PUEDE SER MALO
“¿Tu mamá se enteró de que vendías?”
“Mi mami siempre ha tenido una bronca full fuerte con la hierba, por que ha tenido el mal ejemplo de mi tío Roberto que se volvió adicto y no salió…se quedó mal el man, entonces, ella tiene esa imagen del marihuanero. Pero ella también entiende que son casos y casos. En fin, yo le expliqué: Yo no me estoy fumando esa huevada. Yo estoy vendiendo porque me hace falta plata. Me dijo que quería que me salga de esa nota y, chucha, que podía para preso. Que igual estoy dañando gente vendiéndoles esa cosa, entonces también era como que, chuta, velchis…si fue como que el punto de vista de mi mami me puso full a pensar, ¿no? Pero, igual, la necesidad es más grande pues, loco. Era como que: Ya, ma, puedes decirme lo que sea, pero no la estoy cagando, así. Yo sé cómo hago mis cosas. No le dije eso, no. Le dije: Sí, ma. Bueno. Ya me voy a salir. Pero igual me quedé un tiempo más en la nota. Comencé en cuarto curso, finales de cuarto curso, y me abrí a los 17 años, ya casi para graduarme.”
“¿Cuál fue el punto final de la hierba?”
“Chuta…no hay punto final porque yo también terminé metiéndome, pero soy consumidor ahora. Entonces sigo en el negocio de una u otra forma.” (risas)

Siento la mirada pesada, y asumo que mis ojos deben estar chinos, como los del Gato, aunque el tono verde de sus ojos aún brilla entre risa y sonrisa, probablemente por la llevadez y la tronería. 

A MI NADIE ME VE LAS HUEVAS
“Yo te cacho de esa forma pero, ¿cuándo dejaste de vender’”
“Yo tenía full problemas en mi barrio, ¿ya? Unos manes me comenzaron a molestar de que…un pito de mujeres, así. Mujeres que buscan hombres porque sus hombres no los satisfacen. En fin. Un man se bronqueó conmigo, con otros panas, un pito así con una pandilla que me comenzó a seguir por huevadas, después por mujeres. Me comenzaron a pegar, a hacerme huevadas en el barrio. Me jodían full, loco. Entonces, ya pues, en esa época fue cuando empecé a vender weed y también aprendí a pelear pues, chucha. Yo no me iba a dejar ver las huevas de esos hijueputas. Era del Mejía. Ni vergas, pues. Yo era un atleta de alto rendimiento, para qué, pero…chucha…en ese entonces me metí en box. Esos vagos de verga pasaban en la calle chequeando y armando pito. Por eso no me gustaba el box, ¿cachas? Porque sólo te centras en un objetivo y te cierras solo para defenderte frente a un objetivo. Había un club de kickboxing en el colegio y ahí aprendí a pelear bien del putas. Yo no me iba a dejar ver las huevas de nada ni de nadie. Se me metió eso en la cabeza. Ya me volví un chuchas. El sur fue un acolite para mí, conocí a la gente más acolite.”
“¿Cuál fue el día en el que le dijiste “NO” a todo eso?”
“Cuando ya se puso demasiado denso, loco. Un man del colegio me empezó a acolitar porque yo ya no podía entrar a pie a San Roque, ¿cachas? Tenía que de ley entrar en un carro, en taxi, con casco, en moto, porque los manes me veían y ya empezaban a chiflear para que me comiencen a chequear o alguien para que me sacara la puta, loco. ¿Te has pegado con algún gamín de San Roque?”
“No he tenido esa oportunidad.”

Gato aprieta sus puños. Por su contextura física y porte me imagino que debe de tener un un/dos similar al de Thomas "The Hitman" Hearns. 

SAN ROQUE Y EL FIN
“Esos hijos de puta son de caucho, pana. (Simulando golpes) ¡Pa, pa, pa! Y no sangran, loco. No sangran. Y si sangran, parece que los manes ni sienten. Chucha, son angos, son angos. Puta, angos hasta más no poder, loco. Pero yo también he sido bien ango, pana. Entonces, chucha, me pegaba unas sacadas de puta con esos manes. Hubo un tiempo en el que ya me harté de todo. De los vergas del barrio…ya te dije, se me metió entre ceja y ceja de que no me iba a dejar ver las huevas por nadie. Ya no era ni siquiera por la plata, pana, hasta mi viejo me parece que ya había regresado de Venezuela, cosa que ya me daba plata y le veía y todo. Ya no regresó a la casa, obvio, pero ya me daba plata y ya podía sobrevivir con eso. Igual yo seguía más por la bronca que me arrechó. Ese pana que me acolitó en su moto, nos vamos pues a cargar en su moto. Entramos a una panadería y cuando salimos, vemos que le habían bajado las llantas y un man estaba esperándonos afuera. En ese entonces a mi ya me había regalado una navaja un pana. Cosa que le dije: Hijo de puta, te vas hacer matar por las huevas. Y el man también saca su navaja y me dice: ¡Ya pues, chucha! ¡Nos matamos! Le empujé al man y salimos corriendo con mi pana. Ya nos iban hacer vergas ahí. Y le robaron la moto a mi pana. Entonces ya se hizo vergas, ya me arreché. El último cargue, la última vuelta. Me fui. No volví a San Roque. Me abrí de la hierba, me abrí de vender. Cuando estaba en sexto curso comencé a consumir. Esa fue la base de tener un negocio muy fructífero: no consumía mi producto.”
“Buena ética de trabajo.”

“Sólo era mercancía para mí. Eran sapitos. Mis nuevos sapitos. Después me metí a hacer música en las calles, loco. Ahora a los gamines que veo en las calles les canto y les hago bailar. Pero no subo a cantar a San Roque.”

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