domingo, 3 de julio de 2016

Análisis del discurso de la marcha del Orgullo Gay 2016 en Quito (borrador y ejercicio de observación participativa)

El sábado 2 de julio se llevó acabo la Marcha del Orgullo Gay en Quito, y, a pesar de la supuesta reinvindicación de los derechos de la comunidad LGBTI a través de ella, si se tiene buen ojo y algo de curiosidad, se pueden descubrir cosas mucho más significativas y preocupantes.
Comencemos por la presentación de la marcha. Encabezando la marcha se encontraban representantes de diferentes colectivos, los cuales impulsan la organización de la marcha como un evento lúdico y político; empero, siendo la segunda cuestión la carencia fundamental de esta marcha. Existe una apropiación por parte de las clases dominantes, y con esto me refiero a ciudadanos de clase media alta y alta, del discurso sobre la equidad y el respeto. Las periferias no se encuentran representadas en su totalidad debido a que la marcha se acopla a una estética de la belleza la cual resalta a la comunidad LGBTI como algo "bonito" y "amigable", sin tomar en cuenta a quienes verdaderamente sufren discriminación por su condición sexo-genérica, principalmente personas que no pertenecen a la gran mayoría de la marcha: las minorías, en este caso, negros, indígenas. ¿No podemos cuestionarnos estas problemáticas? Al parecer, dentro de la propia marcha se invisibilizan de tal forma que el público no note, dentro de la supuesta defensa a la inclusión, exclusión.
La marcha la componen, en su gran mayoría, gente joven entre los 15 a 30 años, sin embargo, vuelvo a recalcar esta cuestión que me parece muy importante: están en la marcha por el aspecto lúdico del evento y no como un acto político de resistencia. No estoy en contra de la fiesta en la marcha, pero esta sí carece de un contenido político al 100% refiriéndome a político como conglomerado de personas carente de un verdadero objetivo que simplemente queda en un día más de diversión colectivo. Gays y lesbianas tienen un mayor espacio en la marcha debido a que, estética y corporalmente, son políticamente correctos, es decir, la marcha sólo es LGB, nada más. Existe una marcada diferenciación en la marcha. La mitad "fiestera" está compuesta por gays y lesbianas. Lo trans continúa siendo objeto de exhibición de lo anormal y extraño. La feminidad en lo trans es explotada al máximo, todo esto debido a la fascinación de nuestra cultura heteronormada por lo femenino como objeto sexual de consumo masivo, especialmente para las personas heterosexuales en general. Existió presencia del transformismo en sus variantes de lo drag y del travestismo, sin embargo es muy curioso ver como, desde este punto o lugar en la marcha, se visibiliza al sur de la ciudad de Quito. Es particular ver como dentro de la marcha se muestran los lugares "ocultos" de la ciudad, en este caso, el sauna gay del sur de Quito. Dentro de esta parte de la marcha existió la visibilización, a través de las pancartas, de los aparatos represivos que ejercen poder y violencia sobre gays (nuevamente, gays, homosexuales, sin incluir a la cuestión LGBTI como un conjunto), cuestiones como la masacre de Orlando y la adopción de niños por parte de parejas LGBTI fueron parte de los muchos mensajes que esta determinada sección de la marcha presentaba. Algo muy rescatable de esta marcha, aunque muchos quizás no lo hayan visto o pensado de esta forma, fue un hombre disfrazado de militar sosteniendo la bandera gay sobre un camión de la discoteca "Discobitch". Resultó muy satisfactorio ver como, a través de una puesta en escena, se pueden derrumbar los conceptos de lo "macho".
Esto es un primer borrador de algo que se debe analizar con más detalle: cómo existe exclusión dentro de un discurso supuestamente inclusivo y como las periferias son invisibilizadas dentro de ello.

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