lunes, 1 de junio de 2020

The Temptation of Saint Jerome


I once was a big motherfucker
sitting right next to the heavens
Pleased to be a white log burning under the red skies
Troubled only to know how much will God make
with each one of my prayers
Fixing the daily dose of sorrows and anger
Crying out for my angel wings while
I shouted the whole earthly hell
But since I became what I never wanted to be
I transformed myself into a snail, a roach or a worm
Sizzling out my soul
Wandering and wondering how is it that my life was not the holy wilderness I dreamed of
Somehow
I destroyed it by feeding the doubts with hate and yelling curses at love at dawn
Everytime I found me being fucked in the heart by some rowdy grin
Destroying my reflection through wild storms where my voice was trapped
There I could see God, whispering blessings through devils, assholes and cunts
And then, looking to the ground I knew my redemption were sins
Each one of them that barked and ripped my skin
That´s how I would be a saint, a newborn reptile for the glory of Satan
Just a fragile shell of a human being.

sábado, 9 de mayo de 2020

Spider kiss

When the spider kissed me
from her poisoned heart
leaked blood and tears
fool´s kisses and wine
I tried my best to wrapped around my finger
the cosmic web of her divine sorrow
tobacco melancholy groove
red velvet affair straight out of lonely streets
ravishing night angels holding daggers
ready to stab the skies
searching for the right compass
to mark the place where
everything
anything
can be found
just closing the eyes
and opening the soul.

miércoles, 6 de mayo de 2020

Tied lie


I lied to the tie
around my neck
when it checked
that all life was gone.
Dawn lock down
petite malefique queen grin
through the glass door
crossed joint crucifix
pleading sins to be saint
once again by the hand of God
deformed face traced by all evils
angels twisted love form ancient spells
kissing dices for hopelessness
rolling thunder from heavens
And then the tie turned yellow
Mellow tremor
For the error that was confined
To a lustful skin
Hellish and devilish S.P.I.R.I.T

Los tres Lenín


La idiotez es una enfermedad extraordinaria,
no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás.
Voltaire
Dolor de espalda. Costillas apostadas contra su estómago. Sudoración de biela fría que lograría calmar su ansiedad de fogonazos fúricos de visiones dantescas y puteadas a aquellos que corrieron con sus piernas en el revólver. Enmudece. América ahora solo la recuerda como el último espasmo de unidad, de camino recorrido, de sueño roto. Enloqueció. Escondió su odio y se refugió en la risa muerta, en el mal humor, en la motivación de aquellos que, al cambiar de perspectiva, solo pueden imaginarse qué tan miserables pueden volver a los demás: escondió en su supuesto positivismo toda la cabreadera de la venganza que nunca pudo obtener. Se convirtió en héroe junto a su sombra perpetua: la de los grandes ojos verdes, una cosa del pantano asquerosamente atractiva en su inmundicia radioactiva. Se volvió el sidekick conciliador de aquellos que solo veían en él a una figura noble, hasta tierna, falta de amenaza o de planes maquiavélicos. Guardaría en su corazón su único yo real hasta otro múltiplo de tres que le diera la señal para trastornarse, negarse y afirmarse. 24 de mayo. Convertiría a ese 3 de enero en 3 personajes, a lo Peter Sellers: sería capitán, presidente y madman confiable, cómico.  Deliraba. Ahora solo él sería el receptor del único código capaz de detener cualquier inminente catástrofe, solo él podría dirigir el destino al borde de la extinción, solo él podrá ser el nazi reconvertido a ciudadano de ensueño que imagina una nueva y más perfecta generación de ecuatorianos. Dolor de espalda. Costillas apostadas contra su estómago. Sonrisa amplia. Abrazo de momia. Renació en el poder, en la constitución. Venganza y odios consumados en solo tres años.

domingo, 26 de abril de 2020

Los infiernos


“Depresión en occidente, progreso decadente”
Cantando – Violadores del Verso

Nos cagan, y la prioridad es salvarlos; cuando la gente se jode, solo ofrecen miserias y, para rematar, piden donaciones. Eso es maldad: la hipocresía de los bancos y los políticos. Para sentirse bien con ellos mismos, para limpiar sus conciencias, para hacernos olvidar de su obsceno enriquecimiento, transforman nuestra solidaridad en caridad: ¿por qué tenemos que pagar la penitencia de unos pocos hijueputas? El hambre, la salud, la educación, siempre pueden esperar: el sistema financiero, no.
Urge repararlo, a pesar de que la gente contribuye con impuestos que, por casualidad, son malversados por personas que, destruyendo, creando "valores", imponiendo una visión de éxito donde es mejor ser un completo mierda para alcanzar cualquier objetivo -el fin justifica los medios- y así, replicar sus enseñanzas de manera que el poder, (el estatal diría ahora un vergonzoso ejemplo de egoísmo, debido a que se encuentra "por encima de todo") puede recurrir de manera legítima al engaño y a la crueldad, sin máscaras que disimulen ideales "bonitos".
Lo normal, esa relación desigual que clasifica, ordena y controla el poder, se convierte en espectáculo: si no se muestra, no existe. Por eso es mejor, durante este fin de semana (25 y 26 de abril de 2020), el haber dejado de ofrecer cifras para, aunque sea de esa manera, dejar de pensar en los muertos, en las deficiencias de los líderes políticos: somos espectadores de nosotros mismos cada vez que vemos la pantalla de la televisión, de la computadora, del celular. Consumimos las “ilusiones” de gente que supuestamente quiso provocar una ruptura democrática con su apatía, de aquellos cuya obra debe ser interpretada como ley universal: teniendo el derecho a mentir, difícilmente podemos confiar en el otro. ¿Por qué debo pensar que el Gobierno dice la verdad? Sus verdades equivalen a negarlas.

viernes, 24 de abril de 2020

Live (poetry sketch)

I´m gonna die anyway this evening
simply taking the red moon coin in the sky
trembling hands and oozing soul
while the rain pushes the heart out
lonely town, lonely street
mind power
pushing the limit of suicides
connecting the sorrows
away from my eyes, away from my tears
loving this last night on Earth
smiling to the holy void of eternity.

domingo, 5 de abril de 2020

Yo, el altramuz, la traición, el Mesías



Me mastican cada Semana Santa entre sus fauces benefactoras. Al igual que el lucero, únicamente tienen libre su cuerpo de la cintura para arriba mientras agitan sus alas invisibles en celebración a la traición gastronómica e infausta de su mezcla ritual. Profanan, desafiando al tiempo, sus ataduras terrenales para convertirlas en glotonería celeste, alabanza laboriosa. Acepté de manera libre enrumbarme hacia las puertas del infierno sellando con un beso mi destino, muy a pesar de mi Maestro, con quien comparto mi suicidio. ¿O acaso habré explotado luego de que en campo abierto manchara con mi sangre y tripas el suelo? En ella germinó la semilla de mi revolución, de mi maldición, por generaciones reinando como discípulo favorito, leguminosa representación de purificación.
La obediencia es un acto sagrado, razón por la cual, en mi, reposaron cargas juzgadas endebles, pero tortuosas, conflictivas e inmutables. No existió vacilación: a través de mi el Espíritu Santo se liberaría de la carne para alcanzar los cielos. Así fue, y así se hizo. En mi el Verbo tuvo su lugar en la historia. Fue en mí que conoció la infamia; la hipóstasis del Verbo fue dinero y afecto, su lugar en la divinidad tuvo que transitar por mi Cocito, mi lamento dio luz a su corazón. La Omnipotencia es en verdad la voluntad humana, y yo hice cumplir su redención con mi condena: mi clamor fue una preparación laboriosa, falta de codicia y llena de renuncia absoluta. Debido a esto pertenezco al círculo de aquellos realmente invitados a la mesa del Señor, lugar reservado para los pocos sincretismos clericales absurdos, extraños y extremadamente humanos, para la gloria de Dios.
El Maestro se mofaba de nuestra confusión y devoción, quizás para aligerar su carga de manera sardónica, aunque nosotros jamás nos opusimos a sus acciones ni a su palabra. ¿Habremos sido reales hermanos e hijos de su divina voluntad? ¿Habrá sido su figura humana la encargada de contradecir los designios divinos? Él reía de nuestra confusión pues él mismo se encontraba en una encrucijada. Mis hermanos se mostraban molestos, a excepción de mí: era Él la luz del Barbelo, el Uno Infinito; era de Él la potestad de la felicidad eterna, no de un simple mortal como yo. Me convertí en la estrella que guiara su camino hacia la inmortalidad a través del misterio de mi traición, sellando mi amor con un beso.
-        Tú me traicionarás.
-        Jamás lo haría. Yo te amo, Maestro.
-        Es por eso que cumplirás con lo que te pido. Así está escrito y así se hará.
-        ¿Y si me niego?
-        Condenarás a todos.
-        Me odiarán para siempre si lo hago.
-        ¿Dudas acaso de la voluntad de mi Padre?
-        Dudo de mi, Maestro.
-        Eres tú mi discípulo más amado, y cumplirás con mi palabra, a pesar de que te maldigan.
-        No lo haré, Maestro. No soportaría la idea de verte morir.
-        He explorado el alma humana, y a veces siento que Dios únicamente es una voz atrapada en mi cabeza. También he dudado. Satanás siempre susurra a mi oído falsas promesas y designios, pero sé que mi misión final pesa sobre ti una cruz más grande que la que yo he aceptado cargar.
-        No lo haré, Maestro. Eres mi Padre y mi Madre, eres luz, ¿cómo habría de enviarte a la muerte? No quiero convertirme en tu abismo.
-        Sin ti, el plan de Dios no podría darse. En el huerto de Getsemaní me entregarás, me venderás por treinta monedas de plata y así se cumplirá mi destino: morir para el perdón de los pecados.
-        ¿Por qué me has escogido a mí, Maestro? ¿Por qué no le das esta tarea ruin a alguien más?
-        Porque tú eres el Redentor del mundo, yo soy un simple instrumento de Dios. 
-        Pero, Maestro: ¡Tú eres el Mesías! ¡Aquel que traerá la Salvación y la Redención al Mundo! Yo solamente soy un humano más, ¡tú eres divinidad y amor infinitos!
-        Y es por ese mismo amor que te he escogido: superaré la tentación de vivir terrenalmente para, con mi muerte mortal, vivir en la eternidad de los cielos. También morirás y compartirás conmigo la Gloria de los Cielos.
Yo presencié el flevit super illiam luego de marcharnos del Monte de los Olivos y me preparé para lo que vendría durante su entrada triunfal en Jerusalén; fui testigo del dios furibundo que expulsó a los mercaderes del templo en un arrebato incontrolable de ira y asco, de coraje y total odio; participé en el lavatorio y desde ese instante pude sentir en las manos del Maestro los estigmas; comí junto a Él por última vez y cumplí con su mandamiento del amor: mi indiferencia ante su inminente muerte; fui por las treinta monedas de plata y llevé a los miembros del Sanedrín hacia el Mesías y, al besarlo, supe que cumplía con la voluntad de Dios, aunque esto me significara el Infierno. Me atormenté, mi consciencia se encontraba poluta y el peso fue demasiado como para continuar viviendo.
Desde entonces me acompañan la negación, el adulterio, la pobreza, la opulencia, los milagros, las lágrimas, la armonía y la sanación. Aquellos con quienes comparto el templo de los manjares se encuentran encarnados en la humildad de los frutos de la tierra: choclo, habas, zapallo, fréjol, bacalao, cebolla, leche y hierbas aromáticas. Yo, el altramuz, la traición. Ninguno de mis hermanos me acompaña en esta reunión culinaria, a excepción de Pedro. María Magdalena, San Francisco de Asís, Los Tres Reyes Magos, la Virgen María y Fray Martín de Porres se reúnen junto a mí para conmemorar la Pasión de Cristo, de la cual fui su arquitecto. Es a través de mí que el Mesías pudo llegar a salvarnos; fue por mí que el Rey de Reyes ocupó su lugar a la derecha del Padre. Yo soy la real encarnación del Mesías.