jueves, 27 de febrero de 2020
All the things you are...
No puedo seguir sobreviviendo, reptando por entre las sombras esperando ver el manzano que me entregue su fruto y me condene. Soporté el desierto gélido de personas que rumian las almas de los otros, seres empecinados en convertirse en antropófagos y hematófagos del prójimo raquítico y enjuto, aquellos cuyo pecado es ser santos y mártires de falsas promesas ideadas por algún hijueputa que únicamente se masturba con dinero ajeno, público, y eyacula sobre las leyes, la constitución y la justicia. Ojalá y pudiera hundir un saxofón o una trompeta en el licor más barato y amargo para resucitar algún compás que guíe mi corazón hacia el camino correcto; ojalá y pudiera convertirme en una mosca, atontada por el vértigo y por la falsa sensación de una existencia perpetua, reencarnada en mierda y basura en las calles, arterias polutas de los sueños náufragos y cojos, de los sueños del insomnio y del letal desliz sin fin del beso y del lamento, corriendo hacia la gran alcantarilla celeste que aguarda el chasquido del gigante bebé que juega a ser dios con el cosmos. Memoria, film de nitrato, cine vetusto que ahora es ocupado por alguna congregación evangélica para redimir a quienes han negado por completo vivir como humanos para convertirse en ovejas, guiadas por un pastor que es luz y fuego, único encargado de poder encender sus vidas y darles muerte al mismo tiempo. Y el beso...el beso se evapora entre los corazones que se mueven en analema, esperando ser soles eternos, lemniscata sentimental; lo malo es que el beso recuerda ser Luna y Venus, y no puede ser...
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