Llega el día pagano en el que el macho ecuatoriano se disfraza de esa peste de la que siempre se ha sentido afectado por su desparpajo y libertad, por su mariconeo excesivo, porque "pobrecitos los wawas no pueden ver a esos desviados haciendo de las suyas, felices, provocando, locas parlanchinas". Van donde su mamita o donde alguna de sus novias o amiguitas para pedirle la ropa más provocativa que tengan; mientras más perra, más puta, más fácil, mejor. Es momento de enviudarse: colocarse mallas para cubrir las piernas velludas, usar minifalda y tacones, maquillarse y ponerse pelucas llamativas para resultar más llamativas en la caridad carnavalesca que les de alguito de dinero para más trago, más valentía, más hombría.
El travestismo se institucionaliza el 31 de diciembre en un país donde eran ilegales las expresiones LGBTTIQ antes de 1998, y donde todavía lo son. Donde el resto de los 364 días del año el maricón, la tortillera, el afeminado, la trava, la machona, la puta, son estigma y pecado tecnicolor. Insolencia y audacia acompañan a esos panas que, para probar su virilidad, aceptan su putería y la desfogan. Como si sus mariconadas no los acompañaran el resto del año cuando, "en broma", saludan a los bodis agarrándoles las tetillas, simulando un besito, o dándoles nalgadas luego de un sudoroso partido de fútbol, olvidando, inconscientemente, que cada hombre tiene parte de mujer. Cromosoma X le conocen científicamente.
Baco acompaña este día de desenfreno y jocosidad, aprobada únicamente desde la mirada masculina, de esos machos peludos, buen trago, buen puñete, que aprovechan el 31 para sacar expresar su feminidad caricaturizada con toda libertad, evaluada por qué tan puta o perra se puede ser, aplaudida y celebrada por todos quienes ven esa hombría voluptuosa sorprender descaradamente, ridiculizando lo femenino, enloqueciéndose...pero cuidadito con que después de esto te atrevas a decirme "loca" o "maricón", hijueputa. A ver si no te clavo unos quiños para que se te quite lo cojudo, mierda. Diosito se da no más la vuelta para que sus hombres machistas, cristianos, misóginos y homofóbicos disfruten de la huevadilla.
Ay, el Viejo, se muere el Viejito, y me abuso con reggaetón, salsa o cumbia para despedirlo como se debe. Le bailo al monigote antes de quemarlo con mi autoengaño, con mi patética hombría.
martes, 31 de diciembre de 2019
sábado, 14 de diciembre de 2019
A-Ill Past (esbozo azulado)
Saboreo los colores. Viento cargado de voces y polen. Transpiro sonidos. Siento que todo a mi alrededor es vivo y un cadáver exquisito. Todo el horizonte cabe en mi tinta, en mi sangre. Exhalación. Azul y muerte en el cielo que me rodea y cobija como un pedazo de Dios en mi muerte. No descanso. Continuo vibrando y la tierra se sacude eternamente. No me inmuto. Solo observo los árboles y abro mi alma. Vibro con cada oscilación y siento mis arterias y venas ensanchándose, conectadas con el Todo.
Saboreo el color amarillo. Las flores me dicen que la melancolía es solamente un movimiento del azar. Como su vaivén.
Humo traslúcido. Bosque perpetuo e inacabable. Mi hálito se presenta en la tarde sabor a Caña. Sueño con la confusión del Jardín de las Delicias. Rosado y celeste. Divino y terrenal. Exploto en visiones beodas y cargadas de inspiración y zozobra.
Cierro mis ojos y siento crecer una manzana en mi garganta. Con cada palabra se pudre, y se silencia. Nubes naranjas cargan mi duda y mi silencio.
miércoles, 11 de diciembre de 2019
Shyris (esbozo de canelazos)
Punzada en la garganta. Contenerse, duele. En el pecho se aprisionan las pasiones, el deseo de volverse a sentir, la memoria táctil. Con la cabeza es toda una odisea de imágenes, de cadáveres de besos, de vistas profundas al detalle de la faz, cada poro, tic, guía, nervio. Las voces se replican intermitentemente y todo adquiere un tono azulado, ahogo de memorias y lágrimas.
- Le propuso matrimonio. Por eso le dije: Hijueputa, lo que faltaba.
Su cuerpo recorre mis ojos en cada sombra y su voz no se aleja ni deja de resonar, avispa asesina, vuelo terco.
- Quiero vomitar, en serio.
Me acerco al borde, a espaldas de la Tribuna, y miro la pista de BMX y luego hacia abajo. Arcadas. Ni un rastro de veneno. Contuve la presión y respiré profundamente. Tomé la botella y le di un trago tan largo que terminé con la mitad del alcohol de un solo golpe.
- Bueno...la vida es así...c´est la vie...c´est la vie...
Llueve. Los canelazos están a las órdenes. Hierven. Yo igual. Disimulo mi desencanto con ebriedad, y no me importa quemarme la lengua bebiendo. La misma lengua que produjo palabras que construyeron puentes, ahora sería quemada, amortiguada, adormecida. Danza macabra. No interesa. Bailo, movimiento continuo por su devenir cósmico, espiral constante, rigor mortis ausente: solo bailar hasta morir.
- ¡Qué chupe, Quito! ¡Qué chupe!
Soy Quito, Kitu. Soy los infiernos. Soy el Diablo burlado por su propio engaño. Soy la farra que escapa apoyándose en grandes crucifijos: Hasta la vuelta, hasta la mierda.
El amor es el dulce y moribundo toro negro que ve a la bella aurora despedido entre vivas a la muerte.
- Le propuso matrimonio. Por eso le dije: Hijueputa, lo que faltaba.
Su cuerpo recorre mis ojos en cada sombra y su voz no se aleja ni deja de resonar, avispa asesina, vuelo terco.
- Quiero vomitar, en serio.
Me acerco al borde, a espaldas de la Tribuna, y miro la pista de BMX y luego hacia abajo. Arcadas. Ni un rastro de veneno. Contuve la presión y respiré profundamente. Tomé la botella y le di un trago tan largo que terminé con la mitad del alcohol de un solo golpe.
- Bueno...la vida es así...c´est la vie...c´est la vie...
Llueve. Los canelazos están a las órdenes. Hierven. Yo igual. Disimulo mi desencanto con ebriedad, y no me importa quemarme la lengua bebiendo. La misma lengua que produjo palabras que construyeron puentes, ahora sería quemada, amortiguada, adormecida. Danza macabra. No interesa. Bailo, movimiento continuo por su devenir cósmico, espiral constante, rigor mortis ausente: solo bailar hasta morir.
- ¡Qué chupe, Quito! ¡Qué chupe!
Soy Quito, Kitu. Soy los infiernos. Soy el Diablo burlado por su propio engaño. Soy la farra que escapa apoyándose en grandes crucifijos: Hasta la vuelta, hasta la mierda.
El amor es el dulce y moribundo toro negro que ve a la bella aurora despedido entre vivas a la muerte.
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