Armando el rompecabezas
El poeta muerto
Descubrió su rostro
Sabía que su nombre
Era otro invento
De defecación comunal
En camas de aire
Y caridad retrógrada.
Arena gris
De relojes trémulos
Fabricaban sus letras
En el tiempo
Que naufragaban en veleros
Bajo un volcán susurrante.
Su voz se alimentaba
En la hoguera
A espaldas del deseo
Sin fantasmas
Que pueblen los ecos
Ni cenicitas
Que bailen al son de la muerte.
Su corazón marioneta
Rompió sus hilos
Rasgando sus venas
Sus arterias
Mientras su sangre
Cortaba el cielo
En sollozos.
El alma del poeta
Cigarra muerta
Aún grita
Insondable
Indómita
En la corteza de la memoria.
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