Ya no quiero saber más de las fotografías
tampoco de los vídeos
no me importa saber que todos somos capaces de retratar la realidad
supuestamente convirtiéndonos en artistas.
¿Y el dolor?
¿Y la furia de no saber encontrarse o de encontrarse totalmente perdido?
¿Dónde está la verdadera emoción de la sorpresa?
¿Por qué pienso que con una cámara en la mano tengo status de artista?
¿Artista?
¿Cuál?
¿Tengo la fuerza para encaminar mi vida hacia el arte?
En esta no existe la gratificación ni el cielo
es dolorosa y llena de grandes abismos
su tiempo es el desconcierto
y su vida se mueve alrededor de lo vacuo e inexplorado.
Ya no quiero más ojos
y si los acepto
quisiera ojos nuevos, rotos, impacientes, melancólicos.
No quiero ver más retratos falsos
con las imágenes religiosas tenía suficiente
pero los nuevos altares
son móviles, portátiles, accesibles y llenos de ego
como todo buen dios
nos morimos por algo de gratificación y de afirmación
de cariño mediado por mentiras.
Lo instantáneo me mata
la despersonalización es frecuente
y todos están contentos
mientras se sonríen en las pantallas de sus celulares
luego
todo
regresa de golpe.
No hay imagen
estática, movil, silente, sonora
que me salve
que nos salve
de nosotros mismos.
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