El futuro es el cuarto de un motel barato. Sin ventanas, sin refrigerador donde poner las cervezas o el licor, adornado de la peor forma posible con cuadros de imitación de Guayasamín, Kingman o lo más kitsch y onírico posible para decorar el secreto. Al menos debería haber agua caliente, ojalá y algo de papel higiénico, quizás una toalla dura por el detergente y su vejez. Los tachos de basura estarán llenos de falsos orgasmos en condones baratos, colillas de cigarrillos y muerte. Estos se colocarán al lado de las vetustas camas de madera, rechinantes de gritos, las cuales tendrán sábanas marcadas de sangre, eyaculaciones, sudor, lágrimas y saliva, fluidos mapas de belleza oscura, discretamente tapados por una colcha tigre y nada más. Quizás por ver demasiadas películas románticas se pensará en las almohadas como amor a primera vista, pero, esa sensación, la posibilidad de romance...probablemente languidecerá en mordidas y ahogos.
Los amantes odiarán bañarse juntos. Lo harán únicamente para ahorrar tiempo, ni siquiera agua. Pondrán tonaditas románticas para bailar lo ultimo que les queda de esperanza y de amor. Brindarán a la nostalgia y se verán a los ojos, vacuos de ilusiones, y se abrazarán para bailar lento, simulando algo de felicidad en sus sonrisas. La casualidad les permitirá encontrarse, de vez en cuando, alguna reliquia de amores pasados escondidas en el piso: un collar, una fotografía, alguna corazonada falsa. Suspirarán al encontrarse al otro lado del arcoíris invadidos de sueños narcóticos. Su talento oculto será enumerar sus miserias de memoria, su infancia, y podrán reír con sinceridad. Susurrarán a sus oídos: “Si rompí tu corazón anoche...es porque te amo más que a nadie”. El sueño los decepcionará por su potencial devastador de vino barato, y brindarán a la buena suerte, tratando de quedarse despiertos, luchando, llorando. Se lastimarán en caricias y afectos y el sexo será yermo, un desierto azul y violento. Desearán de su recuerdo el valor, el calor, la unión sensual, la risa espontánea, el abrazo, el beso, la oportunidad del llanto en la alegría, el aliento dulce. Abortarán su naturaleza sensible, anestesiarán sus sentimientos al vestirse antes de salir. Saldrán del Terranova, hacia la calle Secundaria, solos, pero no sin antes dejar una llamada de aviso en el cuarto, escrita en el espejo: No hay nada aquí para ti.