1. Olvídese de todo lo relacionado a la verdad.
Esa es cosa para maricones de corazón blando que no saben que la única manera de ser alguien en la vida es jodiéndole la vida a los demás, a cualquier costo., sin importar las consecuencias. Para esto se debe ser un verdadero labioso e hipócrita: cumplidos falsos, lamer el culo de superiores a quienes se busca destronar o sacarles provecho, andar bien vestidito -a la moda- para blanquearse y dejar desapercibidos la cholería y la inmundicia mestiza; siempre evoque el patriotismo y el supuesto interés por los más desprotegidos del país, a quienes usted utilizará como trampolín mediático. Tampoco olvide una risita de vez en cuando y alguna que otra coquetería que raye en putería para atraer al pez gordo que necesite. Ejemplos hay varios como: Ricardo Patiño, ex canciller del Ecuador (ojito derecho del ex presidente Correa), Jaime Nobot Saadi (ojito derecho de León Febres Cordero) o Lucio Gutierrez Borbúa (ojito derecho de Fabián Alarcón).
2. Estudiar es para cojudos que no saben que todo en esta vida es fruto de la experiencia.
¿Para qué chuchas actualizarse? Si las cosas funcionan y funcionarán siempre de la misma forma, ¿o cree que tratando a los demás con respeto se consigue algo? Putee, mande a la verga a quien quiera verle la cara de gil. La educación déjesela a pendejitos disque letrados e intelectualoides que también son parte del mismo caldo de mierda del que también somos parte, alimento del día a día. Recuerde que para pasar por desapercibida su ignorancia es mejor funcionar como un burócrata, es decir, como un engranaje, frío y funcional. Si necesita validar sus conocimientos, comprar el título es recomendable y aceptable. Tomará mucho tiempo para que alguien pueda darse cuenta de este engaño, sino pregunte a Pedro Delgado, ex presidente del Banco Central del Ecuador o Enrique Peña Nieto, ex presidente de los Estados Unidos Mexicanos.
3. El ahorro es fundamental al momento de robar.
Nunca está demás, al momento de obtener lo que se busca, hurgar en bolsillos ajenos, silenciosamente como una víbora, y atacar en el momento justo cuando la víctima se encuentre distraída o lo suficientemente atontada con banalidades. Morder ayudado del sigilo se puede aprender de un mosquito o de una lamprea: atacar en silencio, hasta la saciedad. Al encontrarse inflados de sangre -en nuestro caso, de dinero- es mejor abandonar el cuerpo o escena del delito. En lo posible, haga muestra sencilla de su éxito comprándose un relojcito barato de no menos de $400, algún anillito, pulserita o cadenita de oro, zapatos cómodos (Louis Vuitton, en lo posible, aunque cualquier marca añiñada se presta para eso), un carrito del año (último modelo) y mucha, mucha ropa sencillita de tiendas caras de los centros comerciales. Así la gente pensará que todo es producto de su esfuerzo y dedicación. Quien ahorra está preparado para su futuro...un futuro en una playa de la Florida con una modesta casita en Miami de no menos de medio millón de dólares (Galo Lara y los hermanos Isaías la están pasando bomba en la yoni).
4. Desencante a las personas de la política.
Hágales creer que es un entramado de huevadas incomprensibles y truculentas dignas de jurisconsultos hábiles para modificar y manipular leyes a conveniencia (ejemplo: una persona acusada de cohecho, trafico de influencias, enriquecimiento ilícito o testaferrismo obtiene una sentencia entre dos a cinco años de cárcel, eso si va a la cárcel común y corriente, cosa que no pasa, y si pasa, pues, pregúntele a Lucio Gutierrez la fiesta que fue su tiempo en cana entre salidas, tragos y putas a disposición) Recuérdeles también que, y recalco, sin experiencia, este juego de ratas y ladrones, resulta ser una enfermedad de implicaciones mutantes apta para mártires de almas pútridamente dadivosas (pobres angelitos). La política entonces se convierte en sinónimo de corrupción, mentira, asesinatos, robos, falsas promesas...
5. Utilice a los medios de comunicación a su favor.
En ruedas de prensa y entrevistas, recuerde siempre apelar a las leyes, su trabajo honesto y férreo, hable con firmeza, sin ningún cargo de conciencia, acuse a otras personas implicadas en casos similares al suyo y, en secreto, vaya comprando sus pasajes a cualquier país del mundo, preferiblemente de clima cálido y tropical. Siempre preséntese amable, afable, risueño. Aprenda a dominar el arte del engaño para ocultar la verdad. La gente será tan pendeja que, luego de que descubran sus fechorías y sus andanzas, solo regresará a su memoria el cuarto paso.
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