Me he encariñado
de todos
los zombies
del mundo
de sus sonrisas brumosas
de su incompetencia
de su morir viviendo
Me he enamorado
de su muerte
de sus aullidos
de sus pasos lentos
mientras las calles se agrietan por sus lágrimas
He enloquecido
por sus risas disonantes
por su estúpida cordura
por su pena lenta
por su embriaguez sin sentido
He sucumbido
a su amor y a su adiós
a sus sinsentimientos
a sus abrazos sinrazones
a la lentitud de sus palabras
Me desvanecí
ante su ataque de hilarante demencia lunar
ante la belleza de sus diatribas
ante el hálito de sus pasiones en los vasos de cerveza
No hay que encariñarse de zombies durante el apocalipsis
a menos que la bala llore y la pistola vomite
en cada necrópolis del mundo.
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