jueves, 15 de septiembre de 2016
Bluesman
Por su ventana solamente alcanzaba a divisar las nubes de la lluvia que parecían presagiar las lágrimas que le iban a nacer de inmediato debido al blues que escuchaba sin parar, incesantemente; como para recordarse que dentro de los ojos marchitos, llenos de ojeras, secos, aún existía humedad, ríos por brotar. El primer trueno no alcanzó a interrumpir la música que componía con sus gritos, con su furia. Sus manos recorrían su guitarra componiendo una nueva canción a su amor de suicida. Se arrancaba el corazón para exterminarlo en cada nota, para ya no sentir más dolor, o, por lo menos, volverlo una sombra más, de las muchas que siempre lo habían acompañado a lo largo de su vida. Sólo, totalmente sólo junto a su guitarra quien hablaba por él lo poco que le sobraba del alma, de la energía oscura que se transportaba por el cuarto blanco en el que sentía, sin cesar, un cálido recuerdo de verano que no podía convertir en canción. Las primeras lágrimas empezaban a recorrer sus mejillas y se sentía dichoso de poder hacer llover su tristeza.
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